La que un día será Zaragoza, en el año 1033 es una de las principales ciudades musulmanas de la península; en ella rivalizan científicos y literatos. Un oasis perdido en un territorio de pura supervivencia y barbarie.
«—Hemos llegado —dijo en tono solemne.
Al fondo reverberaba al sol una ciudad.
—Ahí está Al-Madïna al-Bayda’. Saraqusta, la blanca.
Era tan hermosa como Micaela jamás hubiera imaginado; y a sus ojos nada acostumbrados, enorme. Relucían varias torres a lo lejos, y un alto alminar la clavaba en el cielo, la torre de la gran mezquita-aljama, orgullo de los reyes tuyibíes. »
En Saraqusta, Micaela conoce por primera vez el gusto de la belleza por la belleza, el cuidado de los sentidos y el nivel de conocimiento propio de una alta civilización.
«Micaela tuvo la sensación de que hasta el rumor del agua había sido elegido con cuidado. Y si había hojas caídas sobre los azulejos se debía a que también la imperfección era necesaria.
—Todo está en su sitio —dijo cautivada, sin querer. »
